dimecres, 25 de febrer del 2009

caminosinlimite

MIS VIAJES: Yo, Adrián Gonzalez, nací en un pequeño pueblo de tan sólo quinientos habitantes. Mi entorno allí era un rio verde, unas montañas cubiertas de pinos, aún más verdes que el rio, cuatro casas blancas y un sendero que ascendía sinuosamente al borde de un precipicio. Los habitantes, mis paisanos, eran labriegos que cuidaban de sus tierras abriendo surcos con arados romanos y dos mulos. Las mujeres cuidaban de las casas y, en las tardes de invierno, se arremolinaban en una plaza resguardada por dos muros de piedra, en ángulo recto, donde cosían y charlaban criticándo a aquellas convecinas que no estaban presente.> Ese era mi mundo, ese era mi entorno a la edad de ocho años. También estaba la escuela y el maestro, pero de eso hablaremos otro día. Un día, un buen día -yo en aquella época no conocía los malos dás-, mi madre me dijo: "Adrián, mañana nos vamos con tu padre a Valencia.